Pensé que había una verdad detrás
de un velo invisible que bloqueaba mi vista y el cual no podía siquiera ver. Yo pensé y
esperaba que llegara el día en que todo fuera claro y prístino, y lo que vieran
entonces mis ojos fuera… fuera diferente de lo que veo ahora, como si entonces pudiera
ver colores, sombras, brochazos de luz; casi el sentido de la vida en
movimiento frente a mí, puesto y repartido en todos los objetos y personas que me
rodean. Estaba dispuesta a empeñar todo lo que tengo ahora, así como todo lo
que tuve y tendré, por el medio para obtener la certeza de que al final lo lograría, que al final comprendería
y que mi sacrificio tendría sentido: Habría ganado ver y ser parte de La Verdad.
Creía que un día entendería La Verdad, que caería el velo y entonces ya no
habría para mí más miedo, más incertidumbre, más confusión, ni nada de lo que
constantemente me atormenta. Pensé que ganaría con mi esfuerzo aceptarlo todo,
comprenderlo todo, aceptar mi destino, mi persona, a los demás, conseguir un
estado inalterable, perfecto, final, estado búdico de bienestar, mística santa
y completa comprensión.
Ya
no espero más que caiga un velo, ya no creo hay un velo, ya no creo esté
separada y dividida lejos de místicos y santos. Ahora hay una preeminencia de lo
inmanente; detrás de la señora que pide dinero, no veo el sentido de su
pobreza, veo a la señora que pide dinero, detrás del joven que estudia, no veo
el sentido de su esfuerzo, sólo veo al joven que estudia, detrás de la muerte no
veo el sentido, veo la muerte, y detrás del nacimiento, no veo el sentido, veo
el nacimiento. El trascendente existe, sí, cocido a tierra, presente, con
facilidad de preguntarle con una sonrisa ¿Y tú cómo estás? y que responda
millones de cosas diferentes en millones de bocas de personas y en imágenes de
objetos y animales. Tal vez el velo que
debía caer era la creencia del velo, era este pensamiento fantástico en el que
gustaba fugarme. Me evadía, ahora mi mundo está hecho moronas y veo las
moronas, y me parece que son buenas, pero son moronas también.
Si fue un velo que cayó, se me fue resbalando
por los años y ni me di cuenta, quizás era más como una telaraña enredada en
mis pestañas y mi mente, ni siquiera muy enredada.
Quiero estar
aquí, presente, viendo. Trascendente o inmanente quiero estar aquí, en este
momento, porque aquí estoy, no en otros mundos, no en otros estados de
conciencia. Estoy aquí, y aquí quiero estar. No sé qué significa estar aquí, ni
qué es aquí, quizás mañana las cosas sean distintas y vea distinto, y entienda
otras cosas, pero hoy es claro y prístino: estoy aquí. No es esto un sueño del
que debo despertar, no es esto un laberinto del que debo escaparme, no es esto
una mentira que esconde una verdad profunda… Estoy aquí, eso hay, aquí parece
ser que me gusta mucho, estoy aquí, aquí quiero estar.
Estoy
contenta, estoy triste, y estoy ahorita respirando y disfrutando del fresco día
lluvioso. ¿Cómo estás? Estoy contenta, estoy triste, y ahorita respirando y
disfrutando del fresco día lluvioso.