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Este es un blog hecho por una cabezota antitecnología, mitad niña, mitad piña, semiadiestrada (que es lo mísmo que decir cavernicolita asalvajada), por supuesto medio bruja, falta de modales y un deshonor a la inversión de mis papás en mi educación porque tengo una orotografía y redacción del terror.

No me juzgues muy duro ni te sientas personalmente aludido, soy perfeccionista pero no es algo que espero perfeccionar.

Con una sonrisa burlona LA CUCA

viernes, 24 de agosto de 2012

Mulán como yo, la andrógina.


Hoy en psicología estuvimos comentando un libro que se llama Psicoanálisis del cuento de hadas de Bruno Bettelheim. Básicamente hablamos de cómo los niños solucionan sus conflictos infantiles de forma inconsciente por medio de los cuentos de hadas. Se identifican con un personaje e imitan sus actitudes. Estuve pensando con que personajes me identificaba yo en mi infancia, con ninguno de los cuentos tradicionales y con ninguna de las princesas de Disney. Ahora que lo pienso siempre me han gustado los personajes obscuros como la bestia de la Bella y la Bestia, o el fantasma de la ópera. Sin embargo el primer personaje con el que claramente me identifiqué en mi infancia, el que tiene más fuerza, es Mulán. Recuerdo cuando vi el corto de la película en la televisión: salía primero una Mulán con el rosto maquillado y su abanico, y yo dije: - quiero ser como ella, y luego salió Mulán vestida de hombre, como una guerrera y dije, - no, no, mejor quiero ser como él. Cuando vi la película y descubrí que él y ella eran una misma quedé fascinada por el personaje de Mulán. Hoy en día me abruma mi ambivalencia ante ambos sexos, no me identifico con ninguno ni parezco querer entrar en el molde de ninguno. Por esa razón decidí retomar a mi heroína de la infancia para buscar una solución a mi conflicto. Mulán es una muchacha medio silvestre. Porque la sociedad se lo pide, su madre y su padre, tiene que enfrentarse a la casamentera para buscar un esposo, por lo tanto tiene que disfrazarse de mujer. Es evidente que las ropas, el maquillaje, el peinado y la joyería le resultan un disfraz que le parece un poco incómodo y ajeno, en el que no se siente completamente ella. Entre la fila de mujeres que caminan de igual forma hacía la casamentera, Mulán sobresale por su torpeza y su falta de naturalidad en el ritual. Mulán no es callada, obediente, servicial, no tiene gusto fino, figura ideal ni refinamiento. En la entrevista con la casamentera todo le sale mal. Se evidencia que es un disfraz lo que lleva, que podrá parecer una novia pero no lo es. Por eso no tendrá a un hombre, no tendrá una pareja que la ame, no tendrá un lugar en la sociedad, porque aunque sus padres y su abuela no se lo recriminen ha fallado y no hay espacio para ella en el mundo de los adultos, permanecerá una niña asexuada sin lugar. Con la canción de Cristina Aguilera del reflejo expresa su falta de identidad y su falta de valía, eso aprendió en su fracaso de ser mujer. Ella misma no se puede reconocer en el espejo, es un ser que está velado incapaz de satisfacer los deseos de los otros e incapaz de satisfacer los propios. Va a la guerra sí para salvar a su padre pero sobre todo para encontrar su lugar. Tiene que entrar en un mundo de hombres y en una profesión de hombres disfrazado como uno. Le cuesta el doble de trabajo realizar las mismas actividades que sus compañeros, además de que no es muy aceptada por ellos al principio. Se hace evidente que su lugar no es ese. Si hubiera nacido un niño tendría éxito entre las mujeres y entre sus compañeros, pero en lo profundo esconde una verdad: no es un hombre, es una mujer. No importa que tanto lo intente al igual que el kimono, la armadura no es más que un disfraz. Se puede acercar a la persona que le gusta como hombre, pero en cuanto él descubre que es mujer la abandona. Regresa a su realidad primera pero el mundo de hombres le ha dado una nueva fuerza y motivación. Ya no puede conformarse a ser mujer como antes ya que ha probado el poderío y el reconocimiento que tienen los varones, cualidades que anhela para sí. Una vez más Mulán pasa a ser la de en medio, sin encajar en ningún sexo, pero ya no con ese sentimiento de no tener lugar y ser una niña, sino con el deseo de labrar su propio camino, de ser mujer y de ser al mismo tiempo hombre. Sus capacidades no son iguales a la de los hombres, no tiene su fuerza física pero tiene para compensar una aguda inteligencia y valor.  Al final, tras derrotar a los Unos, Mulán obtiene una pareja, el hombre que ella quiere y admira pero no por ser mujer u hombre, sino por ser la persona que es. El general la conoce primero como un igual y posteriormente se entera que por ser mujer está disponible como una posible pareja. El asunto es que mi ambivalencia sexual no me conflictuaría en absoluto si no tuviera deseos de tener una pareja y ser libre con esa pareja, ser totalmente yo. Constantemente pienso en lo que busca de mí una persona del otro sexo, incluso de mí mismo sexo, pero como Mulán, es necesario mantenerme fiel a quién soy, pues he descubierto a lo largo de mis años mucho de mí, y soy la andrógina, la del camino de en medio, como ella. Por eso no es necesario que busque ser para la pareja, sino encontrar a la pareja con la que pueda ser como en verdad soy.